Luis Alfredo Arango

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Canto florido

 

 

Bello país de la muerte lindísimo país

te gustan los cadáveres y para qué negarlo.

Desde que te sabemos

Hasta donde te recordamos

En tu memoria siempre

Nuestra sangre se mezcló con tus entrañas

Tierra con sangre

Agua con sangre

Fuego rociado

Salpicado con la flor ceremonial

de nuestras venas.

Hay sangre hasta en el aire que respiras

Hay ese aroma cálido y humeante…

Adoras los cadáveres en largos viernesantos

Los venerados cuerpos de oscuros santoentierros

cubiertos de ornamentos

de pétalos y llagas

expuestos a la vista de fieles extasiados.

A Juan Sacatepéquez lo enterraste

en una tela morada con oros y brocados

A Juan Comalapa

en un escaparate de plata del siglo

diecisiete

a Joyabaj en la caja de una marimba.

Entierras todos los días

todas las noches

a Juan Ixcoy, Juan Ostuncalco,

Juan Chamelco, Juan Cotzal

cubiertos con plumas de gorrión.

Al ángel Gabriel

a mi hijo Calixto Camajá

a Magdalena Milpas Altas

y Agustín Acasaguastlán

a Domingo Tzunum, Diego Matías,

Manuela Sapón, San Raymundo,

Gualán,

Zaragoza.

A los Santos Apóstoles Pedro y Pablo

a la bienaventurada siempre Virgen

María Cauqué, María Perpetua, María Sabina

María Candelaria

y no me alcanza este papel

la noche no me alcanza.

Asombroso país

alimentado con ángeles llenos de muertos

de flores húmedas y blancas

que no tuvieron tiempo

que nunca más se abrieron en sus labios

de corazones apagados en el polvo

de hermosas osamentas

de ojos recién nacidos

y leches y pezones

y manos amarillas

de rojas verdes manos…

 

Te embriaga esta canción

Te gusta

Te adormece

Vela tu siesta de saurio extravagante.

Ocho mil tablas de pino colorado / mil cajas de caoba /

cajitas blancas de seda / mortajas de cartón / como se

pueda / entiérrenlos como se pueda / con hojas de maxán

o con periódicos / los pobres que se vayan sin chamarra

/ sin trabas, sin petate / enrróllenle esta bandera /cuatrocientos

quintales de cera de colmena / incienso parafina /clavos para

crucificar / vigas / soleras, dinteles / puertas quebradas

y que abran una zanja de aquí hasta el Usumacinta

País esplendoroso

Que nadie en ti pregunte

qué sentido tiene nacer, llover, crecer,

dar flor, multiplicarse.…

Que nadie haga pronósticos, ni cuentas,

ni cómputos acerca del destino

acerca de estos pueblos

regados

congregados alrededor del sol

Ni de las plazas brillantes

Ni de los muros caídos

y vueltos a construir…

Aquí nada es verdad

Nada perdura pero

¿Qué importa?…

La vida es un pañuelo

es un hermoso juego

es un instante de pólvora y colores

y nada más…

Tu fiesta predilecta es este gusto

de morir

vistosamente

en grandes ceremonias colectivas

o a solas

tal vez en una celda

con cuatro zopilotes

y un gato enmascarado

y todo por amarte

lindísimo país

poblado de cadáveres

y cráteres floridos.

 

 

 

 

 

 

 

EL ANDALON

 

Conocí pueblos que cabían

en el vidrio de una ventana

Aldeas que copiaban los colores de las horas

-colores de frutero,

de jaula con pericos,

de aguacero pintado en las paredes.

¡La hoja de milpa custodiaba siempre los caminos!

Conocí viejas iglesias,

calaveras, cúpulas,

hornacinas, ojos huecos,

muelas de oro,

morideros de plegarias y de llantos

… o retablos

y a la hora de rezar o de dormirme

conocí el chisporroteo

de candelas apagadas con saliva.

En la infancia era posible

llevar en andas a unos ángeles con alas de hojalata,

comulgar,

cortar el pan sobre una mesa apolillada,

orinar

y examinarnos el ombligo

bajo el árbol de la plaza.

En la infancia solamente

y en los pueblos.

Detrás del centinela

espiar la noche de calabozos húmedos.

(Las cárceles y las escuelas colindaban,

a veces compartían el mismo corredor).

Aulas heladas,

ladrillos que olían a creolina;

nos vestían de soldados y marchábamos

con escopetas de palo;

detrás del pizarrón

medían las arañas

el mapamundi enrrollado…

Domingos.

Siempre domingos

porque los domingos eran iguales

a cualquier día;

el día de fiesta era un domingo grande.

Adornos de papel,

flecos, rositas que

se desteñían en las vigas

y allí permanecían,

años y años,

hasta una nueva muerte,

un nuevo aniversario,

otro bautizo,

otra boda.

Teníamos miedo a los fantasmas,

miedo a lo irreal

y nunca,

jamás nos espantó lo triste,

lo absurdo de la vida en esos pueblos polvorientos,

taciturnos,

que sueñan embriagados

de su propia ingenuidad,

de su pobreza.

¿Fantasmas? Claro que sí:

los niños que no comen,

los que mendigan,

los hombres que tienen que robar,

o matar,

o aceptar indignidades por un mísero centavo.

Los sombreros sin cabeza…

Ahora me dan frío

la viejecita gris con su gato, sus tiestos de violetas

y su desamparo;

la muchacha en el balcón -y la azucena-

que esperan impacientes

a quien ha de marchitarlas;

los hombres sin trabajo

y los que trabajan y trabajan

para su compadre rico.

Me irritan las frutas que maduran

para quien pueda comprarlas.

Viví en pueblos que cabían

en un trozo de cristal

o en el fondo de una botella de aguardiente;

viví sordo, ciego, alucinado,

atento solamente a los colores, a los trapos de anilina,

a las compresas en las sienes de los montes,

a los cofrades y sus mujeres,

azules, verdes, rosados…

Ahora no me importan ya las cosas pintorescas.

He crecido. He comprendido.

Sé muchas cosas:

no hubo sólo un Cristo

sino muchos;

no sólo el que acuchilla es asesino

sino el que mata de hambre,

no sólo los ladrones roban,

sé quiénes matan la ilusión,

quiénes aplastan la alegría y la esperanza

en esos pueblos que

caben

en la mira de un fusil.


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Luis Alfredo Arango nació en 1935 en el departamento de Totonicapán (Guatemala). Fue miembro fundador del grupo literario Nuevo Signo. Se graduó de maestro. Poeta y narrador, en 1988 le fue acordado el Premio Nacional de Literatura "Miguel Angel Asturias" por la totalidad de su obra. Falleció en la ciudad de Guatemala el 3 de noviembre del año 2001, siendo sepultado en su ciudad natal, Totonicapán. Luis Alfredo Arango fue uno de los más importantes poetas de la segunda mitad del siglo XX.

 

 

Bibliografía de Luis Alfredo Arango:

 

Poesía:

 

Brecha en la sombra. Guatemala: 1959.

Ventana en la ciudad. Guatemala: 1962.

Papel y tusa.  Guatemala: Editorial Landívar, 1967.

Boleto de viaje.  Guatemala: Editorial Landívar, 1967.

Arpa sin ángel.  Guatemala: Ediciones Nuevo Signo, 1968.

Dicho al olvido. Guatemala: Editorial Landívar, 1969.

Grillos y tuercas.  Guatemala: Editorial Landívar, 1970.

Clarinero. Guatemala: 1971.

Cartas a los manzaneros. Guatemala: Editorial José de Pineda Ibarra, 1972.

El amanecido: o cargando el arpa.  Guatemala: Editorial Landívar, 1975.

Xicolaj & borbon : con poemas tercermundistas y antidisneyworld. Guatemala : 1975

Antología: Archivador de pueblos.  Guatemala: Editorial Universitaria, 1977.

El zopilote biónico. Guatemala: 1979.

Memorial de la lluvia. Guatemala: Editorial Landívar, 1980.

El Rajop Achij Tecum.  Guatemala: Tipografía Nacional, 1984.

El volador. Guatemala: Ministerio de Cultura y Deportes, 1990.

Zarabanda. Guatemala: Editorial Oscar de León Palacios, 1995.

Soldado viejo. Guatemala : Ediciones del Clarinero, 1998

Ver de Viejo. Guatemala de la Asunción : 1999

Animal del monte. Guatemala: Editorial Cultura, 1999.

 

Narrativa:

 

Cuentos:

Cuentos de Oral Siguán. Guatemala: Editorial Landívar, 1970.

Lola dormida. Guatemala: Tip. Nacional, 1983

La serpiente pitón. Guatemala: Editorial Palo de Hormigo, 1997.

Los cuentos de Don Juan Jenanito. Guatemala: Artemis & Edinter, 2001.

 

Cuentos para niños:

La Tatuana. Versión de Luis Alfredo Arango; illustraciones de Roberto González Goyri. Guatemala: Editorial Piedra Santa, 1984.

Las lágrimas del Sombrerón. Versión de Luis Alfredo Arango; illustraciones de Marcela Valdeavellano. Guatemala: Editorial Piedra Santa, 1984.

Por qué el conejo tiene las orejas largas. Versión de Luis Alfredo Arango; ilustraciones de Marcela Valdeavellano. Guatemala: Editorial Piedra Santa, 1984.

 

Novela:

 

Cruz o Gaspar.  Guatemala: Editorial Landívar, 1972. 2a. ed. Guatemala : Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, 1994

Después del tango vienen los moros. Guatemala: Grupo Literario Editorial "RIN-78", 1988.

El país de los pájaros.  Mexico: SEP, 1992. 2a. ed. Guatemala : Editorial Artemis-Edinter, 1995

Otros:

Doña "Libertad" Bedoya de Molina : una mujer excepcional. Guatemala : Tip. Nacional, 1983

Análisis de la letra del himno nacional de Guatemala. Guatemala : Editorial Piedra Santa, 2000

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 

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