CANTORA NOCTURNA
Joe, macht die Musik von damals
nacht...
La que murió de su vestido
azul está cantando. Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad. Adentro de su canción hay un vestido azul, hay un caballo
blanco, hay un corazón verde tatuado con los ecos de los latidos de su corazón muerto. Expuesta a todas las perdiciones, ella
canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde en los labios y
del
frío gris en los ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella canta.
A Olga Orozco
VÉRTIGOS O CONTEMPLACIÓN DE
ALGO QUE TERMINA
Esta lila se deshoja.
desde sí misma cae
y oculta su antigua sombra.
He de morir de cosas así
FRAGMENTOS PARA
DOMINAR EL SILENCIO
I
Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz que escucho
a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una niña densa de música ancestral.
¿Dónde la verdadera muerte?
He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara
de loba. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.
II
Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron
dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar entre flores
No es muda la muerte. Escucho
el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio.
Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.
III
La muerte ha restituido al
silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aun si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido,
no tiene destino.
SORTILEGIOS
Y las damas vestidas de rojo
para mi dolor y con mi dolor insumidas en mi soplo, agazapadas como fetos de escorpiones en el lado más interno de mi nuca,
las madres de rojo que me aspiran el único calor que me doy con mi corazón que apenas pudo nunca latir, a mí que siempre tuve
que aprender sola cómo se hace para beber y comer y respirar y a mí que nadie me enseño a llorar y nadie me enseñara ni siquiera
las grandes damas adheridas a la entretela de mi respiración con babas rojizas y velos flotantes de sangre, mi sangre, la
mía sola, la que yo me procuré y ahora vienen a beber de mí luego de haber matado al rey que flota en el río y mueve los ojos
y sonríe pero está muerto y cuando alguien está muerto, muerto está por más que sonría y las grandes, las trágicas damas de
rojo han matado al que se va río abajo y yo me quedo como rehén en perpetua posesión.
UN SUEÑO DONDE EL SILENCIO
ES DE ORO
El perro del invierno dentella mi sonrisa. Fue en el puente. Yo estaba desnuda y llevaba un sombrero
con flores y arrastraba mi cadáver también desnudo y con un sombrero de hojas secas.
He tenido mucho amores ---dije---
pero el más hermoso fue mi amor por los espejos.
ESTAR
Vigilas desde este cuarto
donde la sombra temible es
la tuya.
No hay silencio aquí
sino frases que evitas oír.
Signos en los muros
narran la bella lejanía.
(Haz que no muera
sin volver a verte.)
COMO AGUA SOBRE UNA PIEDRA
a quien retorna en busca de
su antiguo buscar
la noche se le cierra como agua sobre una piedra
como aire sobre un pájaro
como se cierran dos cuerpos al amarse
EXTRACCIÓN DE LA PIEDRA DE
LOCURA
Elles, les âmes (...), sont
ma-
lades et elles souffrent et
nul ne
eur porte remède; elles sont
bles-
sées et brisés et nul ne les
panse.
Ruysbroeck
La luz mala se ha avecinado
y nada es cierto. Y si pienso en todo lo que leí acerca del
espíritu...Cerré los ojos, vi cuerpos luminosos que giraban en la niebla, en el lugar de las ambiguas vecindades. No temas,
nada te sobrevendrá, ya no hay violadores de tumbas. El silencio, el silencio siempre, las monedas de oro del sueño.
Hablo como en mí se habla. No mi voz obstinada en parecer una voz humana sino la otra que atestigua
que no he cesado de morar en el bosque.
Si vieras a la que sin ti
duerme en un jardín en ruinas en la memoria. Allí yo, ebria de mil muertes, hablo de mí conmigo sólo por saber si es verdad
que estoy debajo de la hierba. No sé los nombres. ¿A quién le dirás que no sabes? Te deseas otra. La otra que eres se desea
otra. ¿Qué pasa en la verde alameda? Pasa que no es verde y ni siquiera hay una alameda. Y ahora juegas a ser esclava para
ocultar tu corona ¿otorgada por quién?, ¿quién te a ungido?, ¿quién te ha consagrado? El invisible pueblo de la memoria más
vieja. Perdida por propio designio, has renunciado a tu reino por las cenizas. Quien te hace doler te recuerda antiguos homenajes.
No obstante, lloras funestamente y evocas tu locura y hasta quisieras extraerla de ti como
si fuese una piedra, a ella, tu solo privilegio. En un muro blanco dibujas las alegorías del
reposo, y es siempre una reina loca que yace bajo la luna sobre la triste hierba del
viejo jardín. Pero no hables de los jardines, no hables de la luna, no hables de la rosa, no hables del mar. Habla de lo que sabes. Habla de lo que vibra en tu médula y hace luces y sombras
en tu mirada, habla del dolor incesante de tus huesos, habla del vértigo, habla de tu respiración, de tu desolación, de tu traición. Es tan oscuro, tan
en silencio el proceso a que me obligo. Oh habla del silencio.
De repente poseída por un
funesto presentimiento de un viento negro que impide respirar, busqué el recuerdo de alguna alegría que me sirviera de escudo,
o de arma de defensa, o aun de ataque. Parecía el Eclesiastés: busqué en todas mis memorias y nada, nada debajo de la aurora
de dedos negros. Mi oficio (también en el sueño lo ejerzo) es conjurar y exorcizar. ¿A qué hora empezó la desgracia? No quiero
saber. No quiero más que un silencio para mí y las que fui, un silencio como
la pequeña choza que encuentran en el bosque los niños perdidos. Y qué sé yo qué ha de ser mí si nada rima con nada.
Te despeñas. Es el sinfin
desesperante, igual y no obstante contrario a la noche de los cuerpos donde apenas un manantial cesa aparece otro que reanuda
el fin de las aguas.
Sin el perdón de las aguas
no puedo vivir. Sin el mármol final del cielo no puedo morir.
En ti es de noche. Pronto
asistirás al animoso encabritarse del animal que eres. Corazón
de la noche, habla.
Haberse muerto en quien se
era y en quien se amaba, haberse y no haberse dado vuelta como
un cielo tormentoso y celeste al mismo tiempo.
Hubiese querido más que esto
y a la vez nada.
Va y viene diciéndose solo
en solitario vaivén.
Un perderse gota a gota el
sentido de los días. Señuelos de conceptos. Trampas de vocales. La razón me muestra la salida del escenario donde levantaron una iglesia bajo la lluvia: la mujer-loba deposita a su vástago
en el umbral y huye. Hay una luz tristísima de cirios acechados por un soplo maligno. Llora la niña loba. Ningún dormido la
oye. Todas las pestes y las plagas para los que duermen en paz.
Esta voz ávida venida de antiguos
plañidos. Ingenuamente existes, te disfrazas de pequeña asesina, te das miedo frente al espejo. Hundirme en la tierra y que
la tierra se cierre sobre mí. Éxtasis innoble. Tú sabes que te han humillado hasta cuando te mostraban el sol. Tú sabes que
nunca sabrás defenderte, que sólo deseas presentarles el trofeo, quiero decir tu cadáver, y que se lo coman y se lo beban.
Las moradas del consuelo,
la consagración de la inocencia, la alegría inadjetivable del
cuerpo.
Si de pronto una pintura se
anima y el niño florentino que miras ardientemente extiende una mano y te invita a permanecer a su lado en la terrible dicha
de ser un objeto a mirar y admirar. No (dije), para ser dos hay que ser distintos. Yo estoy fuera del marco pero el modo de
ofenderse es el mismo.
Briznas, muñecos sin cabeza,
yo me llamo, yo me llamo toda la noche. Y en mi sueño un carromato de circo lleno de corsarios muertos en sus ataúdes. Un
momento antes, con bellísimos atavíos y parches negros en el ojo, los capitanes saltaban de un bergantín a otro como olas, hermosos como soles. De manera
que soñé capitanes y ataúdes de colores deliciosos y ahora que tengo miedo a causa de todas las cosas que guardo, no un cofre
de piratas, no un tesoro bien enterrado, sino cuantas cosas en movimiento, cuantas pequeñas figuras azules y doradas gesticulan
y danzan (pero decir no dicen), y luego está el espacio negro -déjate caer, déjate caer-, umbral de la más alta inocencia
o tal vez tan sólo de la locura. Comprendo mi miedo a una rebelión de las pequeñas figuras azules y doradas. Alma
partida, alma compartida, he vagado y errado tanto para fundar uniones con el niño pintado
en tanto que objeto a contemplar, y no obstante, luego de analizar los colores y las formas, me encontré haciendo el amor
con un muchacho viviente en el mismo momento que el del
cuadro se desnudaba y me poseía detrás de mis párpados cerrados.
Sonríe y yo soy una minúscula
marioneta rosa con un paraguas celeste yo entro por su sonrisa yo hago mi casita en su lengua yo habito en la palma de su mano cierra sus dedos un polvo dorado un poco de sangre adiós oh adiós.
Como una voz no lejos de la noche arde el fuego
más exacto. Sin piel ni huesos andan los animales por el bosque hecho cenizas. Una vez el canto de un solo pájaro te había
aproximado al calor más agudo. Mares y diademas, mares y serpientes. Por favor, mira cómo la pequeña calavera de perro suspendida
del cielo raso pintado de azul se balancea con hojas secas
que tiemblan en torno a ella. Grietas y agujeros en mi persona escapada de un incendio. Escribir es buscar en el tumulto de
los quemados el hueso del brazo que corresponda al hueso
de la pierna. Miserable mixtura. Yo restauro, yo reconstruyo, yo ando así de rodeada de muerte. Y es sin gracia, sin aureola,
sin tregua. Y esa voz, esa elegía a una causa primera: un grito, un soplo, un respirar entre dioses. Yo relato mi víspera.
¿Y qué puedes tú? sales de tu guarida y no entiendes. Vuelves a ella y ya no importa entender o no. Vuelves a salir y no entiendes.
No hay por donde respirar y tú hablas del soplo de los dioses.
No me hables del sol porque me moriría. Llévame como a una princesita
ciega, como cuando lenta y cuidadosamente se hace el otoño
en un jardín.
Vendrás a mí con tu voz apenas
coloreada por un acento que me hará evocar una puerta abierta, con la sombra de un pájaro de bello nombre, con lo que esa
sombra deja en la memoria, con lo que permanece cuando avientan las cenizas de una joven muerta, con los trazos que duran
en la hoja después de haber borrado un dibujo que representaba una casa, un árbol, el sol y un animal.
Si no vino es porque no vino.
Es como hacer el otoño. Nada esperabas de su venida. Todo
lo esperabas. Vida de tu sombra ¿qué quieres? Un transcurrir de fiesta delirante, un lenguaje sin límites, un naufragio en
tus propias aguas, oh avara.
Cada hora, cada día, yo quisiera
no tener que hablar. Figuras de cera los otros y sobre todo yo, que soy más otra que ellos. Nada pretendo en este poema si
no es desanudar mi garganta.
Rápido, tu voz más oculta.
Se transmuta, te transmite. Tanto que hacer y yo me deshago. Te excomulgan de ti. Sufro, luego no sé. En el sueño el rey moría
de amor por mí. Aquí, pequeña mendiga, te inmunizan. ( Y aún tienes cara de niña; varios años más y no le caerás en gracia
ni a los perros.)
mi cuerpo se abría al conocimiento
de mi estar
y de mi ser confusos y difusos
mi cuerpo vibraba y respiraba
según un canto ahora olvidado
yo no era aún la fugitiva
de la música
yo no sabía el lugar del tiempo
y el tiempo del lugar
en el amor yo me abría
y ritmaba los viejos gestos
de la amante
heredera de la visión
de un jardín prohibido
La que soñó, la que fue soñada.
Paisajes prodigiosos para la infancia más fiel. A falta de eso -que no es mucho-, la voz que injuria tiene razón.
La tenebrosa luminosidad de
los sueños ahogados. Agua dolorosa.
El sueño demasiado tarde,
los caballos blancos demasiado tarde, el haberme ido con una melodía demasiado tarde. La melodía pulsaba mi corazón y yo lloré
la pérdida de mi único bien, alguien me vio llorando en el sueño y yo expliqué (dentro de lo posible), palabras buenas y seguras
(dentro de lo posible). Me adueñé de mi persona, la arranqué del
hermoso delirio, la anonadé a fin de serenar el terror que alguien tenía a que me muriera en su casa.
¿Y yo? ¿A cuántos he salvado
yo?
El haberme prosternado ante
el sufrimiento de los demás, el haberme acallado en honor de los demás.
Retrocedía mi roja violencia
elemental. El sexo a flor de corazón, la vía del éxtasis
entre las piernas. Mi violencia de vientos rojos y de vientos negros. Las verdaderas fiestas tienen lugar en el cuerpo y en
los sueños.
Puertas del corazón, pero
apaleado, veo un templo, tiemblo, ¿que pasa? No pasa. Yo presentía una escritura total. El animal palpitaba en mis brazos
con rumores de órganos vivos, calor, corazón, respiración, todo musical y silencioso al mismo tiempo. ¿Qué significa traducirse
en palabras? Y los proyectos de perfección a largo plazo; medir cada día la probable elevación de mi espíritu, la desaparición
de mis faltas gramaticales. Mi sueño es un sueño sin alternativas y quiero morir al pie de la letra del lugar común que asegura que morir es soñar. La luz, el vino prohibido, los vértigos,
¿para quién escribes? Ruinas de un templo olvidado. Si celebrar fuera posible.
Visión enlutada, desgarrada,
de un jardín con estatuas rotas. Al filo de la madrugada los huesos te dolían. Tú te desgarras. Te los prevengo y te lo previne.
Tú te desarmas. Te lo digo, te lo dije. Tú te desnudas. Te desposees. Te desunes. Te lo predije. De pronto se deshizo: ningún
nacimiento. Te llevas, te sobrellevas. Solamente tú sabes de este ritmo quebrantado. Ahora tus despojos, recogerlos uno a
uno, gran hastío, en dónde dejarlos. De haberla tenido cerca, hubiese vendido mi alma
a cambio de invisibilizarme. Ebria de mí, de la música, de los poemas, por qué no dije del
agujero de ausencia. En un himno harapiento rodaba el llanto por mi cara. ¿Y por qué no dicen algo? ¿Y para qué este gran
silencio?
NOCHE COMPARTIDA EN EL RECUERDO
DE UNA HUIDA
Golpes en la tumba. Al filo
de las palabras golpes en la tumba. Quén vive, dije. Yo dije quién vive. Y hasta cuándo esta intromisión de lo externo de
lo interno, o de lo menos interno de lo interno, que se va tejiendo como
un manto de arpillera sobre mi pobreza indecible. No fue el sueño, no fue la vigilia, no fue el crimen, no fue el nacimiento:
solamente el golpear como un pesado cuchillo sobre la tumba
de mi amigo. Y lo absurdo de mi costado derecho, lo absurdo de un sauce inclinado hacia la derecha sobre un río, mi brazo
derecho, mi hombro derecho, mi oreja derecha, mi desposesión. Desviarme hacia mi muchacha izquierda ---manchas azules en mi
palma izquierda, misteriosas manchas azules---, mi zona de
silencio virgen, mi lugar de reposo en donde me estoy esperando. No aún es demasiado desconocida, aún no sé reconocer estos
sonidos nuevos que están iniciando un canto de queja diferente del
mío que es un canto de quemada, que es un canto de niña perdida en una silenciosa ciudad en ruinas.
¿Y cuántos centenares de años
hace que estoy muerta y te amo?
Escucho mis voces, los coros
de los muertos. Atrapada entre las rocas: empotrada en la hendidura de una roca. No soy yo la hablante: es el viento que me
hace aletear para que yo crea que estos cánticos del azar que se formulan por obra del movimiento son palabras venidas de mí.
Y esto fue cuando empecé a
morirme, cuando golpearon en los cimientos y me recordé. Suenan las trompetas de la muerte. el cortejo de muñecas de corazones
de espejo con mis ojos azul---verdes reflejados en cada uno de los corazones . Imitas viejos gestos heredados. Las damas de
antaño cantaban entre muros leprosos, escuchaban trompetas de la muerte, miraban desfilar ---ellas, las imaginadas--- un cortejo
imaginario de muñecas con corazones de espejo y en cada corazón mis ojos de pájara de papel dorado embestida por el viento.
La imaginada pajarita cree cantar; en verdad sólo murmura como
un sauce inclinado sobre el río.
Muñequita de papel, yo la
recorté en papel celeste, verde, rojo, y se quedó en el suelo, en el máximo de la carencia de relieves y de dimensiones. En
medio del camino te incrustaron, figurita errante, estás en el medio del camino y nadie te distingue pues no te diferencias
del suelo aun si a veces gritas, pero hay tantas cosas que gritan en un camino ¿por qué irían a ver qué significa esa mancha
verde, celeste, roja?
Si fuertemente, a sangre y
fuego, se graban mis imágenes, sin sonidos, sin colores, ni siquiera lo blanco. Si se intensifica el rastro de los animales
nocturnos en las inscripciones de mis huesos. Si me afinco en el lugar del recuerdo como una criatura se atiene a la saliente de una montaña y al más pequeño
movimiento hecho de olvido cae ---hablo de lo irremediable, pido lo irremediable---, el cuerpo desatado y los huesos desparramados
en el silencio de la nieve traidora. Proyectada hacia el regreso, cúbreme con una mortaja lila. Y luego cántame una canción
de una ternura sin precedentes, una canción que no diga de la vida ni de la muerte sino de gestos levísimos como el más imperceptible
ademán de aquiescencia , una canción que sea menos que una canción, una canción como un dibujo que representa una pequeña
casa debajo de un sol al que le faltan algunos rayos; allí ha de poder vivir la muñequita de papel verde, celeste y rojo;
allí se ha de poder erguir y tal vez andar en su casita dibujada sobre una página en blanco.
En esta noche, en este mundo
a Martha I. Moia
I
en esta noche en este mundo
las palabras del sueño de la infancia de la muerte
nunca es eso lo que uno quiere
decir
la lengua natal castra
la lengua es un organo de
conocimiento
del fracaso de todo poema
castrado por su propia lengua
que es el órgano de la re-creación
del re-conocimiento
pero no el de la resurrección
de algo a modo de negación
de mi horizonte de maldoror
con su perro
y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir
es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe
II
no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
sidigo pan ¿comeré?
III
en esta noche en este mundo
extraordinario silencio el
de esta noche
lo que pasa con el alma es
que no se ve
lo que pasa con la mente es
que no se ve
lo que pasa con el espíritu
es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración
de invisivilidades?
ninguna palabra es visible
sombras
recintos viscosos donde se
oculta
la piedra de la locura
corredores negros
los he recorrido todos
¡oh quédate un poco más entre
nosotros!
mi persona está herida
mi primera persona del singular
escribo como quien con un cuchillo alzado en la
oscuridad
escribo como estoy diciendo
la sinceridad absoluta continuaría
siendo
lo imposible
¡oh quédate un poco más entre
nosotros!
IV
los deterioros de las palabras
deshabitando el palacio del lenguaje
el conocimiento entre las
piernas
¿qué hiciste del
don del sexo?
oh mis muertos
me los comí me atraganté
no puedo más de no poder más
palabras embozadas
todo se desliza
hacia la negra liquefacción
V
y el perro de maldoror
en esta noche en este mundo
donde todo es posible
salvo
el poema
VI
hablo en fácil hablo en difícil
sabiendo que no se trata de
eso
siempre no se trata de eso
oh ayúdame a escribir el poema
más prescindible
el que no sirva ni para
ser inservible
ayúdame a escribir palabras
en esta noche en este mundo
8 de octubre de 1971.
Pequeños poemas en prosa
Se cerró el sol, se cerró
el sentido del sol, se iluminó el sentido de cerrarse.
*
Llega un día en que la poesía
se hace sin lenguaje, día en que se convocan los grandes y pequeños deseos diseminados en los versos, reunidos de súbito en
dos ojos, los mismos que tanto alababa en la frenética ausencia de la página en blanco.
*
Enamorada de las palabras
que crean noches pequeñas en lo increado del día y su vacío
feroz.
Sobre un poema de Rubén Darío
Sentada en el fondo de un
lago.
Ha perdido la sombra,
no los deseos de ser, de perder.
Está sola con sus imágenes.
Vestida de rojo, no mira.
¿Quién ha llegado a este lugar
al que siempre nadie llega?
El señor de las muertes de
rojo.
El enmascarado por su cara
sin rostro.
El que llegó en su busca la
lleva sin él.
Vestida de negro, ella mira.
La que no supo morirse de
amor y por eso nada aprendió.
Ella está triste porque no
está.
Poema para el padre
Y fue entonces
que con la lengua muerta y
fría en la boca
cantó la canción que no le
dejaron cantar
en este mundo de jardines
obscenos y de sombras
que venían a deshora a recordarle
cantos de su tiempo de muchacho
en el que no podía cantar
la canción que quería cantar
la canción que no le dejaron
cantar
sino a través de sus ojos
azules ausentes
de su boca ausente
de su voz ausente.
Entonces, desde la torre más
alta de la ausencia
su canto resonó en la opacidad
de lo ocultado
en la extensión silenciosa
llena de oquedades movedizas
como las palabras que escribo.
La soledad
La soledad no es no poder decirla
por no poder circundarla
por no poder darle un nombre
por no poder hacerla sinónimo
de un paisaje.
la soledad es esta melodía rota de mis frases.
Soles y lluvias
A quien retorna en busca de
su antiguo buscar.
La noche se cierra como agua sobre una piedra
como aire sobre un pájaro.
Como se cierran dos cuerpos al amarse.
La palabra y el exilio
Cubres con un canto la hendidura.
Creces en la oscuridad como una ahogada.
Oh cubre con más cantos la
fisura, la hendidura,
la desgarradura.
Niña en jardín
Un claro en un jardín oscuro
o un pequeño espacio de luz entre hojas negras. Allí estoy yo, dueña de mis cuatro años, señora de los pájaros rojos. Al más
hermoso le digo:
-Te voy a regalar a no sé
quién.
-¿Cómo sabes que le gustaré?
-dice.
-Voy a regalarte -digo.
-Nunca tendrás a quién regalar
un pájaro.
"Los pequeños cantos" (Caracas,
Árbol de fuego, 1971)
I
nadie me conoce yo hablo la
noche
nadie me conoce yo hablo mi
cuerpo
nadie me conoce yo hablo la
lluvia
nadie me conoce yo hablo los
muertos
II
sólo las palabras
las de la infancia
las de la muerte
las de la noche de los cuerpos
III
el centro
de un poema
es otro poema
el centro del centro
es la ausencia
en el centro de la ausencia
mi sombra es el centro
del centro del poema
"Los Trabajos Y Las Noches"
EN TU ANIVERSARIO
Recibe este rostro mío, mudo,
mendigo.
recibe este amor que te pido.
Recibe lo que hay en mí que
eres tú.
SOMBRA DE LOS DÍAS A VENIR
a Ivonne A. Bordelois
Mañana
me vestirán con cenizas el
alba,
me llenarán la boca de flores.
Aprenderé a dormir
en la memoria de un muro,
en la respiración
de un animal que sueña.
MORADAS
a Théodore Fraenkel
En la mano crispada de un
muerto,
en la memoria de un loco,
en la tristeza de un niño,
en la mano que busca el vaso,
en el vaso inalcansable,
en la sed de siempre.
HISTORIA ANTIGUA
En la medianoche
vienen los vigías infantiles
y vienen las sombras que ya
tienen nombre
y vienen los perdonadores
de loque cometieron mil rostros
míos
en la ínfima desgarradura
de cada jornada.
LA VERDAD DE ESTA VIEJA PARED
que es frío es verde que tambien
se mueve
llama jadea grazna es halo
es hielo
hilos vibran tiemblan
hilos
es verde estoy muriendo
es muro es mero muro es mudo
mira muere
CUARTO SOLO
Si te atreves a sorprender
la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, clepsidras,
seguramnete vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.
CUARTO SOLO
Si te atreves a sorprender
el sentido de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,
seguramente vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.
CAER
Nunca de nuevo la esperanza
en un ir y venir
de nombres, de figuras.
Alguien soñó muy mal,
alguien consumió por error
las distancias olvidadas.
FIESTA
he desplegado mi orfandad
sobre la mesa, como un mapa.
Dibujé el itinerario
hacia mi lugar al viento.
Los que llegan no me encuentran.
Los que espero no existen.
Y he bebido licores furiosos
para transmutar los rostros
en un ángel, en vasos vacíos.
EL CORAZÓN DE LO QUE EXISTE
no me entregues,
tristísima medianoche,
al impuro mediodía blanco
LAS GRANDES PALABRAS
a Antonio Porchia
aún no es ahora
ahora es nunca
aún no es ahora
ahora y siempre
es nunca
MADRUGADA
Desnudo soñando una noche
solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.
ANILLOS DE CENIZA
a Cristina Campo
Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente
en el alba,
los vestidos de pájaro desolado
en la lluvia.
Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición del sol en pequeños soles negros.
Y cuando es la noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta,
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.
LOS TRABAJOS Y LAS NOCHES
para reconocer en la sed mi
emblema
para significar el único sueño
para no sustentarme nunca
de nuevo en el amor
he sido toda ofrenda
un puro errar
de loba en el bosque
en la noche de los cuerpos
para decir la palabra inocente
TU VOZ
Emboscado en mi escritura
cantas en mi poema.
Rehén de tu dulce voz
petrificada en mi memoria.
Pájaro asido a tu fuga.
Aire tatuado por un ausente.
Reloj que late conmigo
para que nunca despierte
EL OLVIDO
en la otra orilla de la noche
el amor es posible
--llévame--
llévame entre las dulces sustancias
que mueren cada día en tu
memoria
MENDIGA VOZ
Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una
hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido
todo.
Es tan lejos pedir.Tan cerca
saber que no hay.
AMANTES
una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío
DESTRUCCIONES
en besos, no en razones
Quevedo
Del combate con las palabras ocúltame
y apaga el furor de mi cuerpo
elemental.
POEMA
Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro
silencio.
Tú haces de mi vida
esta ceremonia demasiado pura.
FORMAS
no sé si pájaro o jaula
mano asesina
o joven muerta entre cirios
o amazona jadeando en la gran
garganta oscura
o silenciosa
pero tal vez oral como una fuente
tal vez juglar
o princesa en la torre más
alta.
ANTES
a Eva Durrell
bosque musical
los pájaros dibujaban en mis
ojos
pequeñas jaulas
LOS PASOS PERDIDOS
Antes fue una luz
en mi lenguaje nacido
a pocos pasos del amor.
Noche abierta. Noche presencia.
RECONOCIMIENTO
Tú haces el silencio de las
lilas que aletean
en mi tragedia del viento en el corazón.
Tú hiciste de mi vida un cuento
para niños
en donde naufragios y muertes
son pretextos de ceremonias
adorables.
DONDE CIRCUNDA LO ÁVIDO
Cuando sí venga mis ojos brillarán
de la luz de quien yo lloro
mas ahora alienta un rumor
de fuga
en el corazón de toda cosa.
NOMBRARTE
No el poema de tu ausencia,
sólo un dibujo, una grieta
en un muro,
algo en el viento, un sabor
amargo.
SENTIDO DE SU AUSENCIA
si yo me atrevo
a mirar y a decir
es por su sombra
unida tan suave
a mi nombre
allá lejos
en la lluvia
en mi memoria
por su rostro
que ardiendo en mi poema
dispersa hermosamente
un perfume
a amado rostro desaparecido
El despertar
a León Ostrov
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas
en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo
a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis
nombres
ahorcados en la nada.
Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte
años
y sin embargo no dicen nada
Señor
He consumado mi vida en un
instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue
¿Cómo no me suicido frente
a un espejo
y desaparezco para reaparecer
en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de
la noche?
El principio ha dado a luz
el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en
piedra
Las gesticulaciones que remedan
amor
Todo continuará igual
Pero mis brazos insisten en
abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde
Señor
Arroja los féretros de mi
sangre
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores
morían en mis manos
porque la danza salvaje de
la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas
de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo